Compara precios en Amazon
+ 3,30 € de envío
93 % positivas en los últimos 12 meses
& Envío GRATIS
89 % positivas en los últimos 12 meses
+ 3,95 € de envío
95 % positivas en los últimos 12 meses
Imagen no disponible
Color:
-
-
-
- Lo sentimos, este producto no está disponible en
- Imagen no disponible
- Para ver este vídeo, descarga Reproductor Flash
Blade Runner 2049 [DVD]
- Las devoluciones gratuitas están disponibles para la dirección de envío que has elegido. Puedes devolver el artículo por cualquier motivo en estado nuevo y sin usar, sin gastos de devolución.
- Más información sobre devoluciones gratuitas.
- Ve a tus pedidos y comienza la devolución
- Selecciona el método de devolución
- Envíalo.
Otras opciones en DVD | Edición | Discos | Precio Amazon | Nuevo desde | Usado desde |
Después de tu compra, recibirás un email con más información sobre cómo disfrutar de 90 días gratuitos de Amazon Music Unlimited. Descúbrelo
Comprados juntos habitualmente
![Blade Runner 2049 [DVD]](https://images-eu.ssl-images-amazon.com/images/I/91-PCQl83PL._AC_UL116_SR116,116_.jpg)
Los clientes que compraron este producto también compraron
- Mad Max: Furia en la carretera [Blu-ray]Charlize Theron, Tom Hardy, Nicholas HoultProductos de oficina
Más información del producto

Blade Runner 2049
Considerada como una de las secuelas más solicitadas de todos los tiempos por el público, Blade Runner 2049 es una épica película de ciencia ficción que se enmarca en una representación neo-noir del futuro. Hasta décadas después del estreno de la primera entrega en 1982 ningún director se había aventurado en el duro camino que representa crear una obra que estuviera a la altura de la producción original del imprescindible Ridley Scott. Pero finalmente el habilidoso cineasta canadiense Denis Villeneuve ha conseguido lo que tantos directores han soñado hacer: dar continuidad al mundo de los replicantes con una secuela a la altura de las circunstancias.
En Blade Runner 2049 un oficial de la policía trabaja como blade runner buscando a los replicantes que deberían haber sido retirados, pero que se niegan a abandonar el mundo y se esconden de las autoridades. Entre captura y captura el agente K no tardará en comenzar a desentramar un misterio que le llevará mucho más lejos de lo que había imaginado y que le pondrá en el camino de cierto personaje que se encontraba desaparecido.

Un mundo espectacular
Los amantes de la ciencia ficción con personalidad encuentran en Blade Runner 2049 una dosis de entretenimiento que marca y deja huella, una película que logra lo imposible al recuperar un mundo al cual la audiencia había perdido la pista hace 35 años. Y por supuesto, lo hace con una estética asombrosa, unos efectos especiales que se benefician de los últimos avances del sector y un tratamiento muy humano de un mundo en el cual la sociedad ha seguido avanzando teniendo en cuenta la semilla que se dejó plantada en la primera edición de la franquicia. Respecto a esto hay que mencionar que el director ha sido muy respetuoso con el enfoque original y ha mantenido un mundo en sintonía con el que recordamos de los 80, respetando incluso la existencia de marcas comerciales que en la actualidad han desaparecido, pero que en Blade Runner sí tenían presencia.

La química del reparto
Es difícil que lleguemos a ver a Ryan Gosling en un papel que no le sienta como anillo al dedo. En esta película interpreta al agente K, sobre el que cae el peso protagonista, y lo hace aportando una convicción enorme a su personaje, lo que permite que el espectador empatice fácilmente con él. La química cinematográfica se desata de una manera satisfactoria en el momento en el cual comienza a compartir escenas con Harrison Ford, veterano incombustible de una era pasada que demuestra que aunque Gosling ponga la belleza, él pone el carisma. Juntos dan forma a un mundo que interesa al espectador desde la primera escena y que también se beneficia del trabajo que realizan los actores secundarios, entre los que se puede destacar la imponente presencia ante las cámaras de la española Ana de Armas, que interpreta con soltura a una mujer holográfica muy real.
Preparemos varias bolsas de palomitas
El cineasta Denis Villeneuve recibió carta blanca por parte de la productora para crear el mundo de Blade Runner 2049 tal y como él lo hubiera imaginado en su cabeza. Esto no solo significaba crear ese apasionante universo con pequeños detalles claramente deudores de sus pasiones e intereses, sino también dotar a la película de la profundidad que él viera necesaria. Y así ha llegado a ser una película que tiene una duración de 163 minutos, de ahí que resulte recomendable verla con muchas palomitas para disfrutarla de inicio a final
Descripción del producto
Cortos: 2036: Nexus Dawn 2036: Nexus Dawn
2048: Nowhere to Run
2022: Blackout.
Detalles del producto
- Relación de aspecto : 2.40:1
- Descatalogado por el fabricante : No
- Clasificado : No recomendada para menores de 12 años
- Dimensiones del producto : 50 x 50 x 28 cm; 60 gramos
- Director : Denis Villeneuve
- Formato multimedia : Color
- Tiempo de ejecución : 2 horas y 37 minutos
- Fecha de lanzamiento : 26 enero 2018
- Actores : Harrison Ford, Ryan Gosling, Ana de Armas, Robin Wright, Edward James Olmos
- Subtitulado: : Castellano, Inglés
- Subtítulos: : Castellano, Inglés
- Idioma : Inglés (Dolby Digital 5.1), Castellano (Dolby Digital 5.1)
- Estudio : Sony
- Productores : Columbia Pictures, Warner Bros
- ASIN : B076CGKZ37
- País de origen : EE. UU.
- Clasificación en los más vendidos de Amazon: nº4,220 en Películas y TV (Ver el Top 100 en Películas y TV)
- nº473 en Ciencia ficción (Películas y TV)
- nº2,660 en Mapas educativos
- nº4,130 en Películas (Películas y TV)
- Opiniones de los clientes:
Opiniones de clientes
Las opiniones de los clientes, incluidas las valoraciones del producto, ayudan a otros clientes a obtener más información sobre el producto y a decidir si es el adecuado para ellos.
Para calcular el desglose general de valoraciones y porcentajes, no utilizamos un simple promedio. Nuestro sistema también considera factores como cuán reciente es una reseña y si el autor de la opinión compró el producto en Amazon. También analiza las reseñas para verificar su fiabilidad.
Más información sobre cómo funcionan las opiniones de los clientes en Amazon
Revisado en España el 10 de agosto de 2018
-
Reseñas más importantes
Principales reseñas de España
Ha surgido un problema al filtrar las opiniones justo en este momento. Vuelva a intentarlo en otro momento.
Colosal película dirigida por Denis Villeneuve; ha merecido la pena todas y cada una de las cuatro veces que la he visto en el cine; seguro que en televisión luce magnífica pero es en el cine donde este tipo de películas se gozan más por su grandiosidad visual y sonora. La película de Ridley Scott (Blade Runner, 1982) es la fuente de inspiración para esta película pero debemos tener en cuenta dos aspectos a la hora de compararlas: el primero es que la de Scott lleva siendo una referencia en el mundo del cine desde hace 35 años, y el segundo que las mejoras técnicas han permitido que la nueva pueda desarrollar escenas que eran imposibles hace años. Blade Runner 2049 se basa en lo propuesto por su predecesora y va más allá; expande el universo de la primera tanto en la parte visual (muestra más de ese mundo distópico) como narrativa, al ampliar la historia y profundizar en los temas ya presentes en la primera.
Blade Runner 2049 sigue manteniendo el ritmo pausado de la original, da prioridad a los diálogos y lo visual frente a la acción, y no tiene prisa a la hora de desarrollar la historia; si a alguien no le gustó la primera no creo que le guste esta. Hay muchos temas dentro de la película: el mesías (nacimiento), Dios (Wallace-Letto), lo efímero de la vida, la naturaleza humana, resistencia a la esclavitud, conflicto entre distintos, sacrificios por un bien mayor, y el no determinismo, es decir, cómo los sistemas evolucionan de manera imprevista. Este último punto me parece el más importante, centrado en la evolución del replicante K (Ryan Gosling) a lo largo de la película.
Donde la antigua era cerrada la nueva es abierta, mostrándonos más mundo, por ejemplo la producción de energía y alimentos, zonas radioactivas, muro de contención contra la subida de las mareas, barrios de la ciudad, zona de residuos, orfanato, y más. Donde la antigua mostraba ambientes cargados la nueva ofrece espacios diáfanos. En los decorados y ambientaciones de Blade Runner 2049 hay mucha línea recta y movimiento de luces. Los departamentos de Deckard (Harrison Ford), en Blade Runner de 1982, y K (Gosling), en Blade Runner 2049, no pueden ser más diferentes, aunque mantienen ciertas similitudes como en el caso de las cocinas.
La música es diferente a la de Vangelis de la primera película y me parece absolutamente maravillosa (de esa que escucho sin parar y no me cansa); la nueva música se inspira ligeramente en la de Vangelis y también en la banda sonora de Dunkerke (compuesta también por Zimmer); la potencia de la nueva música hace vibrar el asiento en muchas fases de la película y se interrelaciona con la imagen de la misma manera que pasaba en la película original. Sin la música el producto final hubiera sido muy diferente en ambas producciones.
Los decorados y ambientación son estupendos; todo menos sucio que en la original, más sencillo (la arquitectura de las oficinas de Wallace es un ejemplo). Aunque la estética es similar (oscuridad y decadencia), se muestra de manera diferente. Los colores, la bruma, los reflejos, la iluminación, hacen que la nueva película tenga un sello propio. En la primera hubo necesidad de que la película fuera oscura, lluviosa y con humo, para esconder los defectos de los decorados, pero en la nueva es un ejercicio estético para mantener una continuidad con la primera y dotarle de sello propio.
La historia central (el hijo) está bien desarrollada y es la que hace de núcleo para el desarrollo del resto de subtramas: cómo evoluciona K (Gosling); la relación de amor de K y Joi (Ana de Armas) [memorable la escena del trío]; la relación de K y su jefa (Robin Wright); Luv (sylvia Hoeks) y su crueldad y su desprecio por los humanos no diseñados genéticamente; la rebelión de los replicantes; el sacrificio de Deckard (Harrison Ford); y algunas otras. Excelente cómo construyen el camino para la trama principal ya desde la primera escena, la de la pelea entre K y Sapper Morton (Dave Bautista), con la referencia al milagro de este último. En la subtrama de K observamos como un replicante, diseñado para obedecer y mantenerse inalterable, se ve afectado cuando el entorno le lleva al límite; todo esto le empuja a tomar sus propias decisiones saltándose las órdenes recibidas e incluso engañando a su jefa (humana).
Me creo a todos los actores; Ryan Gosling está perfecto como frío ejecutor, enamorado, distante replicante, luchador, y con sus ataques de ira; Dave Bautista sale poco pero deja huella; Ana de Armas está perfecta; Sylvia Hoeks excelente como bella y despiadada replicante; Jared Leto trasmite fuerza y determinación (ceguera incluida); y Harrison Ford ya se ha convertido en ese tipo de actores, como Clint Eastwood y John Wayne, que se comen a los personajes. Harrison Ford hace de Harrison Ford para lo bueno y para lo malo.
Existen conexiones, más o menos evidentes, con otras películas: Her (amor virtual), Inteligencia Artificial (la estética de la zona radioactiva y los robots acosados), Hijos de los hombres (la llegada del hijo inesperado), El Señor de los Anillos (Dios - esclavos), Blade Runner de Ridley Scott, y Dunkerke (música).
No había casi ninguna diferencia fundamental entre humanos y replicantes, pero ya no hay ninguna una vez que estos últimos pueden reproducirse. ¿Importaba si eran generados o nacidos? Sí para tener control propio de su descendencia, pero una vez que se puede tener ese control la diferencia es nula.
Hay muchos guiños a la primera película, por ejemplo los carteles de Atari. También hay similitudes estéticas entre personajes, por ejemplo entre Mariette (Mackenzie Davis) y Pris (Daryl Hannah), el personaje de la primera película.
La historia de amor de K (Gosling) con Joi (Ana de Armas) es la prueba de que este necesita compañía y que el amor quizá está más en cada uno de nosotros que en los otros. ¿Realmente nos enamoramos de otros o estamos predeterminados a sentir amor por personas, u otras "cosas", que nos despierten ciertas sensaciones?
En la película cada uno se mueve por sus intereses: Deckard por salvar a su hija, Wallace por ser Dios, Luv por contentar (¿miedo? ¿Admiración?) a Wallace, Joshi (Robin Wright) por mantener la paz que cree en peligro, Freisa por la revolución, y K inicia la búsqueda cuando descubre que es el hijo y cambia de objetivo cuando descubre que no lo es.
La película trata cada escena con cariño y deja que los personajes se tomen su tiempo y desarrollen su labor en la escena (Villeneuve tiene ese sello en sus películas). Aunque no es una película de acción, las escenas de este tipo están bien rodadas, por ejemplo la pelea final junto al muro de contención. En alguna escena, sobre todo con el personaje de K (Gosling), la película recuerda a los spaghetti western de Sergio Leone donde los personajes se mantienen pasivos, fijando la mirada, y aparentemente sin hacer nada, pero con su actitud están transmitiendo muchas cosas; a mí no me sobra nada de la película, incluida la aparición de un transformado Gaff (Edward James Olmos).
La película abre muchas historias y no las cierra; se podrían continuar tanto hacia adelante como hacia atrás y supongo que todo dependerá del éxito de esta película; creo que sería estupendo si ofrecen un producto de calidad.
Denise Villeneuve es uno de los grandes directores actuales, me encantan sus películas, en las que prima la elegancia (Sicario y La llegada son excelentes, y Prisioneros es una buena película). Le gustan las tomas lejanas, escenas largas, poco movimiento de cámara, y acompañarlo todo de buena música. Sus historias son fáciles de seguir y son lineales, excepto en el caso de La llegada que era una historia circular; no hay estiramientos del tiempo como pasa en el caso de Christopher Nolan (otro gran director), quien es mi director actual preferido. El caso de Blade runner 2049 no es una excepción a lo ya explicado.
Blade Runner 2049 es de esas películas que hacen aún más grande al cine.
La trama, por otro lado, es convencional, forzada y no llega a atrapar demasiado. Escenas demasiado largas y pesadas, que no aportan nada. Es como si se hubiera intentado imitar la "magia" y el ritmo de la primera entrega, pero con resultados desastrosos. Es pesada, carece de integridad. Todo está demasiado puesto al servicio de Hollywood y se ve a la legua. Creo que no era necesaria ninguna secuela y menos para hacerla así. Nunca van a conseguir igualar o superar a la primera entrega, ya que la primera entrega es única en su especie, esta segunda entrega es una película más de efectos y acción made in Hollywood, nada especial. Eso sí, es algo entretenida, tampoco se pierde nada en verla, aunque sea por curiosidad. No entiendo todas esas críticas y reseñas tan positivas que la califican de obra maestra. La verdadera obra maestra es la primera entrega de 1982, dejaros de tonterías.
La historia como tal, a mi modo de ver, es lo más flojo. Tras verla unas cuantas veces, cada vez le encuentro más problemas y me hace más aguas el guión, sin llegar a ser algo escandaloso. Mi mayor problema es el exceso de metraje, sobran fragmentos e incluso escenas completas por todas partes. Toda la trama de Joy se podría recortar por todas partes ya que no acaba de funcionar y no es determinante en la trama. También se podría meter la tijera en la pequeña trama de Wallace e incluso en la pelea Deckar vs Joe. Un metraje de 2h hubiese sido perfecto para mantener el ritmo y la atención del espectador.
Técnicamente me parece excelente. En el apartado visual es muy potente, todas las escenas de LA con lluvia y los coches voladores en la infinita noche de este futuro distópico son muy molonas. Genial la reconstrucción digital de quien todos que hemos visto la peli sabemos. Rozando la perfección. Donde sí que creo que se alcanza la perfección es en el audio, menudos FX, que mezclados a la perfección con una banda sonora de notable alto crean un ambiente (a poder ser en dolby atmos) alucinante. Lo mejor de la peli.
Ojalá tengamos continuidad del universo Blade Runner, aunque sus números en taquilla indiquen que tengamos que esperar otros 35 años.
Reseñas más importantes de otros países


Une forme qui peut se mesurer sans rougir à celle de l’original au niveau de la splendeur, mais résolument divergente et novatrice de par ses tonalités, de par les choix esthétiques et la fascination de Villeneuve (« Sicario », « Prisoners », « Premier Contact ») pour la sobriété et le dépouillement, voire l'austérité, qui aboutissent dans son cinéma à l’éloge du silence et du temps long.
Donc des choix aux antipodes de ceux de Scott, cinéaste qui avait privilégié la profusion, l’exubérance et surtout la lumière dans son monumental chef-d’œuvre de 1982.
"Blade Runner" c'était le chatoiement des néons omniprésents, l’éblouissement des phares de voitures volantes, des projecteurs des vaisseaux publicitaires recrutant les volontaires au départ pour l’ailleurs des Colonies de l’espace, suspendus dans la nuit orangée de Los Angeles, la lumière diffuse et malade de la brume urbaine transpercée par les écrans géants, saturée par le scintillement des pyramides de Tyrell et l’explosion des torchères de pétrole d’un Los Angeles au bord de l'asphyxie.
Dans "Blade Runner", tout n'était que surenchère de lumières, sur fond de pollution endémique et de grouillement urbain qu'on n'assimilait pas encore à de la surpopulation. Avec le recul et nos yeux d'aujourd'hui, « Blade Runner », bien que précurseur, bien que visionnaire, bien que chef-d’œuvre, s'inscrit clairement dans la mouvance des outrances inspirées, survitaminées des années 80, où tous les excès, expérimentations et provocations des années 70 dégénérèrent dans pratiquement toutes les disciplines artistiques pour se fondre dans un grand n’importe quoi bordélique, m'as-tu-vu, la plupart du temps "too much" et sans repères. D'où cette faune exotique et sans boussole évoquée par Scott dans son Los Angeles baroque, lumineux, clinquant, prospère, dynamique, grouillant de vitalité mais malade à en mourir et qui fait la fête chez Taffy Lewis sous la pluie malsaine et perpétuelle qui augure la fin de ce monde. Revoyez « Blade Runner ». La différence en terme d'ambiance visuelle avec "2049" saute aux yeux.
Certes la toile de fond de la mégalopole malade et viciée existe toujours chez Villeneuve.
Mais à la lumière, s’est substitué l’ombre. La sclérose. La lassitude grise d’un monde qui fait naufrage, et sombre. Notre monde.
Les années 80 avaient produit une vision du futur où les choses empiraient, mais où la lumière demeurait possible.
Villeneuve a créé un film digne de 2017, avec son cortège d’impasses, de paradoxes sans solutions, de crasse et de misère, de surpopulation qui n’est plus un mythe mais une réalité. La fin de la route. Paralysie, vide et mort.
Denis Villeneuve enveloppe L.A. de noirceur et de teintes sourdes, donnant à voir un paysage anonyme, concentrationnaire et atone: lorsque le Blade Runner K (Ryan Gosling) survole cette ville-monde à bord de sa voiture volante, l'altitude fait ressembler la cité-poubelle à un réseau de composants d'un circuit électronique, canyons géométriques se perdant dans l'infini, où seule parfois la lumière blafarde des néons parvient encore par endroits à signaler une maigre trace de vie, comme le feraient les derniers scintillements d'une rivière en train de se tarir dans son lit au fond du ravin. La ville étouffante mais pleine de vitalité de Scott s’est métastasée, se prolonge désormais dans la grisaille et le néant, et achève de se décomposer sous une lumière froide et impersonnelle dans les ramifications tentaculaires d'une décharge à ciel ouvert. Une poubelle grande comme une ville. Les pyramides d'Eldon Tyrell sont bien là et se profilent dans la brume, mais ne sont plus que les ruines abandonnées des édifices pentus du premier film, et leurs myriades de fenêtres brillantes comme des étoiles se sont éteintes, comme les feux du soleil déjà crépusculaire dans le « Blade Runner » d'origine, et ici complètement évanoui. Chez Villeneuve, l'obscurité est devenue le linceul de la ville, la vie se retire et agonise, comme elle s’est retirée de l’arbre visité par l’agent K, épave de bois fossile et ultime vestige ce que fut la végétation terrestre. La nuit est là, et pour de bon.
Si « 2049 » confirme que « Blade Runner » demeure indépassable dans sa profusion, sa richesse visuelle et son invention, les choix stylistiques de Denis Villeneuve, leur audace, la parfaite maîtrise et la pureté donnée à la forme et l'intransigeance du propos font que son film rejoint haut la main la première pierre de l’édifice imaginé par Scott au niveau où le génie du réalisateur britannique l’avait placée: au sommet du Septième art, au firmament des purs chef-d’œuvres, deuxième étoile d’une double constellation qui n’a pas fini de nous éblouir.
Sans rien dévoiler du scénario, ce dernier mérite un grand coup de chapeau.
Conçu par Hampton Fancher (déjà au stylo dans l’épisode sublime porté par Scott) et Michael Green, il époustoufle le spectateur par des rebondissements inscrits dans un cycle narratif à la lenteur ample et assumée. Le déroulement étonne, séduit, intrigue et surtout, surtout émeut tout au long de ces deux heures quarante minutes de projection, dont on se demande au moment du générique de fin où elles ont bien pu passer, tant le film agrippe et scotche celui qui le regarde.
Ou plutôt celui qui le contemple.
Car Villeneuve, avec ce talent si particulier qu’il a à filmer la séquence pleine, le temps non tronçonné par l'ellipse, a choisi de s’installer dans la durée pour mieux conter la tragédie, de filmer non plus les péripéties ou les moments-clef de la trame du « film noir » de genre (ce que faisait avec la maestria qu’on sait le film de Scott), mais plutôt une civilisation en train de mourir et de s’enliser dans les sables et les décombres de ses déchets, avec un désespoir muet et une violence sèche, une violence clinique. L’on assiste ainsi, médusé, à une succession de tableaux somptueux et vénéneux, presque indépendants les uns des autres, si ce n’est qu’ils sont, justement, reliés par ce scénario si prodigieusement pensé, qui fait de ces moments de grace résolument contemplatifs -mais jamais statiques-, une somme qui aboutit au chef-d'œuvre.
Cette lenteur magnifique n’empêche pas Villeneuve de nous perdre au hasard de jeux de pistes et de coups de théâtre savamment dosés, même s’il respecte et applique les règles élémentaires de la grammaire imaginée par Scott dans « Blade Runner ».
On retrouve ainsi dans le personnage interprété par Mackenzie Davis une réincarnation de Pris, la blonde répliquante machine-à-tuer-et-à-donner-du-plaisir du "Blade Runner" de Scott, mais le scénario se joue du spectateur, qui imagine d’abord une simple resucée en forme d’hommage, cheville ronde dans un trou rond, pour s’apercevoir qu’en fait Villeneuve le balade et ne fait que casser les codes.
De même, la néo-Rachael de « 2049 » ne conserve de l’ancienne que la sophistication vestimentaire (en évidemment beaucoup moins spectaculaire). Pour le reste, la cruauté et le goût du meurtre gratuit se sont substitués chez ce prototype de garce exemplaire (qu’aurait pu incarner il y un demi-siècle Barbara Stanwick, grande héroïne du Film noir des années 50), à l’amour et à la fragilité de la Rachael du premier film.
Les chevaux de bois ont ainsi remplacé les licornes, et s’ils sont toujours vecteurs du rêve et des souvenirs réels (ou « implantés »), ils n’ouvrent plus les portes du paradis, car « Blade Runner 2049 » est le conte de la tristesse noire et de la désespérance, l’histoire revisitée de Pinnochio, mais qui finit mal: point de Geppetto et de Fée Bleue à l'horizon de "2049", et le pantin de bois -le robot?- qui voulait devenir un petit garçon de chair et de sang affrontera son destin sous les flocons blancs d’une Californie que le Grand Chambardement climatique a définitivement transformée en toundra stérile où il neige (!), sous les notes poignantes de la partition de Vangelis qui accompagnait les derniers instants de Roy Batty dans « Blade Runner » (un des plus grands moments d’émotion et de poésie de l’histoire du cinéma, sommet d'une partition que "2049" ré-interprète à sa façon, en offrant à Ryan Gosling une des plus belles prestations de sa carrière, toute dans l'économie et l’émotion refoulée d’un écorché vif).
Le thème du Père-Dieu Unique qui donne la vie mais est incapable, par choix ou par incompétence, de la perpétuer (un symbole si venimeusement incarné par Eldon Tyrell dans « Blade Runner »), est poussé à son paroxysme dans « 2049 ».
Jared Leto interprète le démiurge Niander Wallace, à la tête d'une sorte de Monsanto de la protéine animale de synthèse sous forme de répugnantes larves, qui a ainsi "sauvé" l'humanité de la famine, et a succédé à Tyrell en tyran de la biomécanique. Ce jeune (?) homme-post-moderne-geek aveugle (et forcément aveugle! Une cécité qui souligne son absence de conscience et d'empathie, sa totale insensibilité aux malheurs du monde et à la souffrance d'autrui, et surtout sa filiation directe à son prédécesseur Tyrell, aux yeux crevés par Roy Batty à la fin du premier opus de 1982...), dépasse en cruauté l’indifférence cynique dont faisait preuve l'ancien maître de la pyramide vis à vis de ses créations qui l’imploraient de prolonger leurs courtes vies. Cette vie, Wallace la donne et la retire à son gré, comme un laborantin ivre de son pouvoir, dans une scène où une répliquante nouveau modèle, simple morceau de barbaque livrée dans son emballage plastique, passe presque instantanément de vie à trépas sans raison, si ce n’est le bon plaisir du Dieu Wallace inutilement sadique -et finalement impuissant: dans la Bible, Dieu redoutait la connaissance qui permettrait à Adam et Ève de s’affranchir de leur licol, et le Dieu de « Blade Runner 2049 » craint le Miracle. La Naissance. La Perpétuation. Celle qui fait que sa création lui échappe, lorsque le hasard et le grain de sable non prévu et non prédictible, non computérisé, non maîtrisable, permettent à cette dernière de soudainement conquérir sa liberté dans la procréation, s’affranchissant ainsi des numéros de série et de la fabrication industrielle.
Que dire de plus sur ce film-poème, ce thriller philosophique? Tout d'abord, que les questions qu'il pose au niveau des enjeux sociétaux et moraux soulevés par l'œuvre de Philip K. Dick et celle de Ridley Scott (frontières du Génie génétique, respect ou infraction aux lois de Bioéthique en vigueur, conditions de l'exploitation des robots biologiques par l'homme, etc) sont toujours aussi lancinantes -et plus que jamais vertigineuses à notre époque où la manipulation du vivant ne cesse de s'accélérer.
Qu'en dépit (ou à cause) de cette gravité du propos, ce film demeure, de la première à la dernière image, un spectacle aussi haletant et captivant que magique.
Que revoir Deckard/Harrison Ford dans la réalité de son vieillissement est profondément émouvant.
Que Rachael/Sean Young est toujours aussi belle, étrange, sans défense et émouvante, même lorsque les moutons électriques de 2017 ne peuvent plus l’offrir au spectateur que sous une forme de réplique (chapeau à la performance technique CGI, au passage).
Que Villeneuve excelle dans la citation poétique par rapport à l'original de 1982: dans "Blade Runner" la lumière du couchant dans le vaste bureau de Tyrell, à travers les fenêtres auto-obscurcissantes de la pyramide, nimbait d'or la rencontre de Deckard et de Rachael.
Dans "2049", cette lumière se mue en reflets d’or irisés qui courent sur les murs, projetés par les bassins d'eau léthale qui irriguent la tour mortifère du néo-dieu Wallace. Et ce n'est qu'un exemple parmi d'autres du talent de Villeneuve: le Canadien connaît ses gammes, connaît ses classiques, mais ne bégaie pas. Il renouvelle le propos formel de Scott en le détournant, comme si le spectateur devait avancer dans ce pèlerinage hypnotique en retrouvant les cailloux du Petit Poucet, mais sous l’éclairage que choisit le réalisateur canadien. Il s’agit bien de la propre relecture par Denis Villeneuve du mythe créé par Ridley Scott; peut-être pas aussi révolutionnaire et en avance sur son temps que la vision offerte par le premier film, mais relecture incontestablement somptueuse.
Et on aura du mal à citer toutes les splendeurs de « Blade Runner 2049 », ses fulgurances, ses intelligences.
Mais le Las Vegas radioactif perdu dans les sables restera longtemps dans les mémoires, avec ses statues géantes de femmes nues et provocantes dont certaines « répliquent » (!) la position offerte et obscène du distributeur mamelu de cocktail Moloko du Korova Milk Bar de l'« Orange Mécanique » de Stanley Kubrick (maître à qui Villeneuve emprunte, tant par hommage désintéressé que par fascination humble, ses géométries glacées et ses épurations stylistiques, notamment dans la citation du hall d’hotel de « Shining », lieu fantôme éventré comme la capitale du jeu qui l’entoure par ce que l’on devine d’une catastrophe nucléaire récente). On savoure aussi l’intelligence et le goût esthétique de Villeneuve pour la relecture inspirée des grands classiques de l'anticipation, avec son néo-test de Voight-Kampff qui propulse Ryan Gosling sur les traces du "THX 1138" de George Lucas, immergeant l’agent K Gosling dans la froideur aseptisée, blanche, mécanique et glacée de l’univers concentrationnaire du chef-d’œuvre « Indé » du père de « Star Wars ». Et l’on n’est pas près d’oublier non plus le mur de Babel de plusieurs centaines de mètres de haut qui protège (pour combien de temps encore?) la mégalopole stérile et déliquescente de Los Angeles des assauts d’un Pacifique glacé, noir comme l’encre et meurtrier; une muraille aussi gigantesque que dérisoire contre les effets de la montée des océans d’une planète mourante, et qui sert de décor au « Grand Final » du film (une apothéose de noirceur et de violence dans sa forme, même si le message de son épilogue nous redonne espoir dans l’humanité à travers la rencontre de Deckard avec son passé -et son avenir, en l’occurrence…).
On ne savait pas si Deckard et Rachael mourraient ou allaient vivre, à la fin de « Blade Runner ».
Ridley Scott avait choisi de refermer les portes de l’ascenseur pendant 35 longues années, et les larmes avaient coulé mais s’étaient perdues, comme de l'eau sous la pluie.
Maintenant on sait.
Et les larmes rejailliront de vos yeux à la fin de « Blade Runner 2049 », n’en doutez pas.
Désormais, s’il n’est plus temps de mourir, peut-être est-il devenu temps de vivre pour Rick Deckard ?

Era il Novembre del 2019. Il cacciatore di replicanti Rick Deckard interpretato da Harrison Ford e Rachael interpretata da Sean Young provano a fuggire da un destino segnato.
“Oggi”, nel 2049, i vecchi Nexus 8 sono stati da tempo superati dai replicanti Nexus 9, migliorati e perfezionati, resi più docili e obbedienti, e l’agente K ( Ryan Gosling ) della Polizia di Los Angeles, anche lui un blade runner, è incaricato di “ritirare” i modelli precedenti che ancora si nascondono da qualche parte. Scopre però un segreto sepolto da tempo che potrebbe far precipitare nel caos quello che è rimasto della società. E questa scoperta lo porta alla ricerca di Deckard, sparito nel nulla da ormai 30 anni.
RECENSIONE:
“Nato e non creato”. Denis Villeneuve costruisce impalcature visive e inquietudini filosofiche provando a replicare, senza soluzione di continuità le derive sci-fi e noir che Ridley Scott era stato capace di toccare, ormai 35 anni fa, traducendo filmicamente "Il cacciatore di androidi" di Philip K. Dick.
Ogni elemento strutturale di Blade Runner 2049 è non solo, non semplicemente, copia conforme dell’originale, ma sentito e ragionato prolungamento di un universo, visivo, ambientale, cinematografico, di uno tra i film più iconici della storia della settima arte.
Non c’è una cosa fuori posto, in questa scacchiera dove ogni mossa anche impercettibile, anche apparentemente vuota di senso, o avvolta da lunghi silenzi è figlia di un calcolo. Di una scienza che ancora oggi e, soprattutto, con l’avvento di tecnologie forse impensabili ai tempi del primo film continua a domandarsi “che cosa definisce un essere umano?”.
Villeneuve non si sottrae alle inquietudini di natura etica e bioetica, costruisce nel vero senso della parola, visto che ogni set è analogico e non ricreato con il green screen architetture in grado di ospitare comodamente lo script di Hampton Fancher e Michael Green, e instrada la prosecuzione di una storia iniziata 30 anni fa insinuando il dubbio laddove invece le creazioni di Niander Wallace ( Jared Leto ) non dovrebbero prevederlo: dove finisce il confine tra l’obbedienza androide e la ricostruzione di un’identità creata dal nulla ma settata con l’innesto di ricordi artificiali? E che cosa succede se uno di quei ricordi è un frammento di memoria reale?
Ci si muove lungo le traiettorie ambientali disegnate allora, la veduta area e notturna di una Los Angeles sempre più caotica e illuminata da ologrammi promettenti qualsivoglia svago e ristoro e ridisegnate oggi attraverso una distopia ancor più grigia, figlia di un collasso degli ecosistemi avvenuto anni prima, l’enorme muro che difende la città dall’oceano minaccioso, il freddo costante, l’inospitalità di luoghi resi inabitabili dall’inquinamento dell’aria, la neve ma, come era ovvio immaginare, il cuore della questione è ancora una volta nascosto nell’abisso di dilemmi ancora oggi irrisolvibili.
E l’unico vero limite di Blade Runner 2049, forse, è proprio nel voler rendere più dirette, più a portata, più narrative, questioni che nel film precedente rimanevano sospese, mai enunciate apertamente, fuggendo da facili schematismi che, invece, stavolta, sembrano fiaccare il percorso del racconto, rischiando a volte di spogliarlo della poesia, dell’anima che, al contrario, tutto l’impianto visivo, visionario e architettonico che raggiunge il suo apice quando la splendida Ana de Armas, l’ologramma Joi, si sovrappone al corpo della prostituta interpretata da Mackenzie Davis per rendere carnale, reale, il suo rapporto con K riuscendo a mantenere vivo, saldo in quell’equilibrio quasi commovente tra ricordo del prototipo e creazione di un nuovo cult.
“Nato e non creato”, la questione è tutta lì: “In fondo non sei male, anche senz’anima”.
IL DISCO:
Visivamente eccezionale, lungo e tutto sommato apprezzabile seguito dell’omonimo film classe 1982, fondatore morale del genere cyberpunk, il quale sdoganò la fantascienza distopica e pessimista. Il punto di forza dell’opera rimane la fotografia, con panoramiche e impostazioni artistiche molto ricercate, le quali, tuttavia, potrebbero passare in secondo piano se accorpate ad una durata decisamente sostenuta ed un ritmo volutamente rallentato.
Il film del resto è concepito come un sequel ideale del suo predecessore, con tempi molto dilatati abbinati ad uno svolgimento lineare e ad improvvise “svolte” di sceneggiatura. Le inquadrature sono ricche di dettaglio oltre ogni misura. Già dai primi minuti si apprezza la ricchezza delle immagini, basta osservare i dettagli della campagna e dell’albero in primo piano nella fattoria di Morton per rendersene conto. L’immagine si mantiene quindi ricca e definita per l’intera durata, a partire dai primi piani, con incarnati letteralmente “scavati” nello schermo. Le sequenze ambientate nel deserto di rottami sono quanto di più performante si sia visto fino ad ora su un supporto Blu-Ray con panoramiche sulle carcasse meccaniche estremamente “rifinite”, tali da riconoscerci quasi le scritte sopra in lontananza. Sfumature e colori carichi, visibili specialmente nel salone dove si nasconde Deckard, le cui peculiarità “scolpiscono” ulteriormente i contorni di pareti e mobilio. Un quadro di eccellenza assoluta “minato”, per modo di dire, dalle sequenze scure e in cui la foschia sia presente ( tipicamente le panoramiche cittadine in notturna), ove causa l’impostazione fotografica, il dettaglio tende a limitarsi.
Il fascino di un'opera come Blade Runner 2049, non è solo visiva ma anche sonora. C'è un grande lavoro sull'audio, sia per la colonna sonora che per gli effetti di questo mondo distopico, e per fortuna queste atmosfere vengono catturate in maniera egregia dal DTS HD Master Audio 5.1. Il DTS HD del Blu-Ray regala un'eccezionale esperienza cinematografica e una completa immersione nel mondo distopico di Blade Runner 2049 grazie a una spazialità ad alto grado di suggestione. La traccia è innanzitutto caratterizzata da un tappeto sonoro di fondo molto attivo e ricco di piccoli suoni, che siano rumori della strada, ologrammi pubblicitari, note musicali o ronzii di api, tutti perfettamente dislocati nello spazio e molto precisi. Un tappeto che riesce a riempire anche i lunghi momenti senza dialoghi, grazie a una costante attività surround. E poi ci sono le occasioni nelle quali l'audio può esplodere in tutta la sua potenza ed energia. Un'esuberanza già apprezzabile all'arrivo del veicolo nella scena iniziale, o nel primo utilizzo di armi, e che dà il suo meglio nel volo dei veicoli ( i panning sono perfetti ), negli elementi atmosferici e nella fragorosa arma di K. Ma anche nella musica: la notevole profondità dei bassi regala infatti spessore al lavoro di Hans Zimmer e Benjamin Wallfisch, che omaggiano con originalità la mitica colonna sonora di Vangelis, mentre i dialoghi sono chiari e puliti, anche se proprio da qualche doppiaggio la traccia italiana esce ovviamente con meno efficacia rispetto a quella originale.
CONTENUTI SPECIALI:
Gli extra sono buoni con un'ora circa di materiale, anche se forse da un titolo del genere ci si poteva aspettare qualcosa in più.
Ma comunque constano di:
- La creazione del mondo di Blade Runner 2049. Making of piuttosto esaustivo di 22 minuti;
- Blade Runner 101. Raccolta di sei featurette dedicate a specifici spezzoni del film;
- Prologhi. Tre corti distribuiti inizialmente sul web, i quali fungono da introduzione al film.


Revisado en Italia 🇮🇹 el 9 de enero de 2022
Era il Novembre del 2019. Il cacciatore di replicanti Rick Deckard interpretato da Harrison Ford e Rachael interpretata da Sean Young provano a fuggire da un destino segnato.
“Oggi”, nel 2049, i vecchi Nexus 8 sono stati da tempo superati dai replicanti Nexus 9, migliorati e perfezionati, resi più docili e obbedienti, e l’agente K ( Ryan Gosling ) della Polizia di Los Angeles, anche lui un blade runner, è incaricato di “ritirare” i modelli precedenti che ancora si nascondono da qualche parte. Scopre però un segreto sepolto da tempo che potrebbe far precipitare nel caos quello che è rimasto della società. E questa scoperta lo porta alla ricerca di Deckard, sparito nel nulla da ormai 30 anni.
RECENSIONE:
“Nato e non creato”. Denis Villeneuve costruisce impalcature visive e inquietudini filosofiche provando a replicare, senza soluzione di continuità le derive sci-fi e noir che Ridley Scott era stato capace di toccare, ormai 35 anni fa, traducendo filmicamente "Il cacciatore di androidi" di Philip K. Dick.
Ogni elemento strutturale di Blade Runner 2049 è non solo, non semplicemente, copia conforme dell’originale, ma sentito e ragionato prolungamento di un universo, visivo, ambientale, cinematografico, di uno tra i film più iconici della storia della settima arte.
Non c’è una cosa fuori posto, in questa scacchiera dove ogni mossa anche impercettibile, anche apparentemente vuota di senso, o avvolta da lunghi silenzi è figlia di un calcolo. Di una scienza che ancora oggi e, soprattutto, con l’avvento di tecnologie forse impensabili ai tempi del primo film continua a domandarsi “che cosa definisce un essere umano?”.
Villeneuve non si sottrae alle inquietudini di natura etica e bioetica, costruisce nel vero senso della parola, visto che ogni set è analogico e non ricreato con il green screen architetture in grado di ospitare comodamente lo script di Hampton Fancher e Michael Green, e instrada la prosecuzione di una storia iniziata 30 anni fa insinuando il dubbio laddove invece le creazioni di Niander Wallace ( Jared Leto ) non dovrebbero prevederlo: dove finisce il confine tra l’obbedienza androide e la ricostruzione di un’identità creata dal nulla ma settata con l’innesto di ricordi artificiali? E che cosa succede se uno di quei ricordi è un frammento di memoria reale?
Ci si muove lungo le traiettorie ambientali disegnate allora, la veduta area e notturna di una Los Angeles sempre più caotica e illuminata da ologrammi promettenti qualsivoglia svago e ristoro e ridisegnate oggi attraverso una distopia ancor più grigia, figlia di un collasso degli ecosistemi avvenuto anni prima, l’enorme muro che difende la città dall’oceano minaccioso, il freddo costante, l’inospitalità di luoghi resi inabitabili dall’inquinamento dell’aria, la neve ma, come era ovvio immaginare, il cuore della questione è ancora una volta nascosto nell’abisso di dilemmi ancora oggi irrisolvibili.
E l’unico vero limite di Blade Runner 2049, forse, è proprio nel voler rendere più dirette, più a portata, più narrative, questioni che nel film precedente rimanevano sospese, mai enunciate apertamente, fuggendo da facili schematismi che, invece, stavolta, sembrano fiaccare il percorso del racconto, rischiando a volte di spogliarlo della poesia, dell’anima che, al contrario, tutto l’impianto visivo, visionario e architettonico che raggiunge il suo apice quando la splendida Ana de Armas, l’ologramma Joi, si sovrappone al corpo della prostituta interpretata da Mackenzie Davis per rendere carnale, reale, il suo rapporto con K riuscendo a mantenere vivo, saldo in quell’equilibrio quasi commovente tra ricordo del prototipo e creazione di un nuovo cult.
“Nato e non creato”, la questione è tutta lì: “In fondo non sei male, anche senz’anima”.
IL DISCO:
Visivamente eccezionale, lungo e tutto sommato apprezzabile seguito dell’omonimo film classe 1982, fondatore morale del genere cyberpunk, il quale sdoganò la fantascienza distopica e pessimista. Il punto di forza dell’opera rimane la fotografia, con panoramiche e impostazioni artistiche molto ricercate, le quali, tuttavia, potrebbero passare in secondo piano se accorpate ad una durata decisamente sostenuta ed un ritmo volutamente rallentato.
Il film del resto è concepito come un sequel ideale del suo predecessore, con tempi molto dilatati abbinati ad uno svolgimento lineare e ad improvvise “svolte” di sceneggiatura. Le inquadrature sono ricche di dettaglio oltre ogni misura. Già dai primi minuti si apprezza la ricchezza delle immagini, basta osservare i dettagli della campagna e dell’albero in primo piano nella fattoria di Morton per rendersene conto. L’immagine si mantiene quindi ricca e definita per l’intera durata, a partire dai primi piani, con incarnati letteralmente “scavati” nello schermo. Le sequenze ambientate nel deserto di rottami sono quanto di più performante si sia visto fino ad ora su un supporto Blu-Ray con panoramiche sulle carcasse meccaniche estremamente “rifinite”, tali da riconoscerci quasi le scritte sopra in lontananza. Sfumature e colori carichi, visibili specialmente nel salone dove si nasconde Deckard, le cui peculiarità “scolpiscono” ulteriormente i contorni di pareti e mobilio. Un quadro di eccellenza assoluta “minato”, per modo di dire, dalle sequenze scure e in cui la foschia sia presente ( tipicamente le panoramiche cittadine in notturna), ove causa l’impostazione fotografica, il dettaglio tende a limitarsi.
Il fascino di un'opera come Blade Runner 2049, non è solo visiva ma anche sonora. C'è un grande lavoro sull'audio, sia per la colonna sonora che per gli effetti di questo mondo distopico, e per fortuna queste atmosfere vengono catturate in maniera egregia dal DTS HD Master Audio 5.1. Il DTS HD del Blu-Ray regala un'eccezionale esperienza cinematografica e una completa immersione nel mondo distopico di Blade Runner 2049 grazie a una spazialità ad alto grado di suggestione. La traccia è innanzitutto caratterizzata da un tappeto sonoro di fondo molto attivo e ricco di piccoli suoni, che siano rumori della strada, ologrammi pubblicitari, note musicali o ronzii di api, tutti perfettamente dislocati nello spazio e molto precisi. Un tappeto che riesce a riempire anche i lunghi momenti senza dialoghi, grazie a una costante attività surround. E poi ci sono le occasioni nelle quali l'audio può esplodere in tutta la sua potenza ed energia. Un'esuberanza già apprezzabile all'arrivo del veicolo nella scena iniziale, o nel primo utilizzo di armi, e che dà il suo meglio nel volo dei veicoli ( i panning sono perfetti ), negli elementi atmosferici e nella fragorosa arma di K. Ma anche nella musica: la notevole profondità dei bassi regala infatti spessore al lavoro di Hans Zimmer e Benjamin Wallfisch, che omaggiano con originalità la mitica colonna sonora di Vangelis, mentre i dialoghi sono chiari e puliti, anche se proprio da qualche doppiaggio la traccia italiana esce ovviamente con meno efficacia rispetto a quella originale.
CONTENUTI SPECIALI:
Gli extra sono buoni con un'ora circa di materiale, anche se forse da un titolo del genere ci si poteva aspettare qualcosa in più.
Ma comunque constano di:
- La creazione del mondo di Blade Runner 2049. Making of piuttosto esaustivo di 22 minuti;
- Blade Runner 101. Raccolta di sei featurette dedicate a specifici spezzoni del film;
- Prologhi. Tre corti distribuiti inizialmente sul web, i quali fungono da introduzione al film.






Film-“Wunder“ wie Amadeus, Der Club der toten Dichter, Schindlers Liste, Der englische Patient, Forrest Gump, Cloud Atlas oder auch der zum Kultfilm avancierte Blade Runner (1982) – um nur einige wenige aus dem riesigen Fundus zu nennen – ermuntern dazu, sich mit grundsätzlichen Fragen unseres menschlichen Daseins zu beschäftigen. Und das ohne Pathos und zum Glück oft ohne fertige Antworten oder gar zementierten Dogmen. Ein ganz neues dieser Wunder ist für mich „Blade Runner 2049“. Das möchte ich im Folgenden begründen, auch um die entstandene Schieflage in den Kundenbewertungen hier wieder ein klein wenig korrigieren zu helfen. Am Schluss meiner Rezension ist dann auch noch eine Bewertung der technischen Aspekte der BluRay zu finden. Wen lediglich diese interessieren, der kann das Folgende gern überspringen.
„Menschlicher als der Mensch“
Ich habe den „Blade Runner“ mehr als dreißig Mal gesehen, bevor ich dann vor zehn Jahren damit aufgehört habe, weiterzuzählen. Das Original aus dem Jahr 1982 hat mich schon beim ersten Anschauen gefesselt – in seiner optischen Wucht, seiner langsamen und dabei intensiven Erzählweise und mit Zukunftsvisionen, die ihrer Zeit damals weit voraus waren (was sicher auch an der viel früher entstandenen literarischen Vorlage von Philipp K. Dick gelegen haben mag). Der Mensch hat sich in dieser Zukunft künstliche Sklaven („Replikanten“) geschaffen, die ihm verblüffend ähneln, zwecks besserer Kontrollierbarkeit über implantierte „Erinnerungen“ verfügen und ohne zu murren fern von der Erde die gefährlichsten und schmutzigsten Aufgaben erledigen. Bis, ja bis diese „intelligenten Maschinen“, deren Schöpfer Eldon Tyrell sie „menschlicher als der Mensch“ gestalten will, ihre Existenz zu hinterfragen beginnen. Ein Thema also, das ähnlich schon aus dem Klassiker „2001 – Odyssee im Weltraum“ (oder seiner Parodie „Dark Star“) vertraut ist.
„Wir werden sterben, weil wir dumm sind!“
All jene, die mit dem letztgenannten Meilenstein der Kino-Geschichte und auch mit dem „Blade Runner“ von 1982 nicht vertraut sind, sollten wissen, dass sie möglicherweise Enttäuschungen riskieren, wenn sie derart unvorbereitet auf das in meinen Augen mehr als gelungene Sequel „Blade Runner 2049“ treffen. Und so wie die Replikantin Pris im Original von 1982 zu ihrem letzten verbliebenen Gefährten Roy Batty resignierend-herausfordernd sagt: „Wir werden sterben, weil wir dumm sind“, setzt sich diese Hoffnungslosigkeit auch im neuen Film fort. Nun sind dieses Mal Replikanten legal, weil das großindustrielle, hier fast gottgleich wirkende Genie Niander Wallace (Jared Leto) die Insolvenzmasse der zugrunde gegangenen Tyrell Corporation übernommen und das dort lagernde Wissen genutzt hat, menschenähnliche Sklaven neuen Typus (Nexus 9) mit nun unbegrenzter Lebensdauer, aber weiterhin auf ein Minimum beschränkten „Menschen“-Rechten zu schaffen. Die älteren Androiden werden nach wie vor gejagt und „in den Ruhestand versetzt“. Das übernehmen Blade Runner wie K (Ryan Gosling) auf zynisch bewährte Weise. Da stellt sich plötzlich heraus, dass es möglicherweise in der alten Nexus-Generation zu einer natürlichen biologischen Fortpflanzung gekommen ist. Das Kind (oder die beiden Kinder?) wurden damals sofort von der Replikanten-Mutter getrennt, um sie vor Verfolgung und Tod zu schützen.
Die Jagd nach dem Kind beginnt. Und K hat unter sehr überraschenden Umständen plötzlich ein ganz persönliches Motiv, dass die Jagd nach dem Kind anders ausgeht, als von den Auftraggebern und weiteren involvierten Kräften beabsichtigt. Dieses Motiv zwingt ihn, den vor vielen Jahren geflüchteten Blade Runner Rick Deckard ausfindig zu machen. Der Wettlauf um das Kind wird für alle Beteiligten sehr schwierig, denn ein nuklear verursachter „BlackOut“ viele Jahre früher hat fast alle elektronischen Aufzeichnungen der Menschheit aus dieser Zeit vernichtet...
In „Blade Runner 2049“ finden sich ebenso wie im Original handlungsbestimmende Szenen (damals die „Einhorn-Sequenz“), deren Bedeutung erst im Verlaufe der finalen Zuspitzung klar wird und die ich schlichtweg genial fand. Auch hier spielen eingepflanzte (oder echte?) Erinnerungen wieder eine große Rolle. Das Sequel wird seinem Vorgänger hier ganz klar würdig und ist nicht nur eine Ehrerbietung an ihn, sondern legaler Erbe, indem es die damaligen Themen aufgreift und weiterführt. Die emotionalen Beziehungen, die künstliche Intelligenzen hier eingehen (damals zwischen Pris und Roy nur angedeutet, aber auch die Beziehung zwischen Rachael und Deckard) bekommen hier eine neue Dimension, bis hin zu etwas, dass man hier mit vollem Fug und Recht als Liebe bezeichnen muss (Joi und Officer „Joe“ K). Wenn aber künstliche Intelligenzen ihr Dasein hinterfragen, Zuneigung, Opferbereitschaft und sogar Liebe empfinden und das in ihrer reinsten Form – dürfen sie dann ohne menschliche Rechte bleiben?
„Blade Runner 2049“ schafft dabei im weiteren Verlauf einen Twist, der überraschend umwerfend ist und den ich hier nicht verraten will. Einen sehr großen Anteil an der emotionalen Wucht haben auch die Bilder von Kameramann Roger Deakins (als Langzeit-Oscar-Aspirant hier endlich mit der verdienten Trophäe bedacht), die genial gesetzten Umschnitte (Joe Walker), die audio-visuell schlichtweg atemberaubende Präsentation (Oscar für die visuellen Effekte, Nominierungen für Ton, Tonschnitt und Szenenbild) und der ähnlich wie im Original stimmig-treibende Soundtrack von Benjamin Wallfisch und Hans Zimmer (beide waren zuletzt bei Dunkirk von Christopher Nolan dabei). Die Darsteller sind durch die Bank weg passend und verschmelzen mit ihrer Rolle so glaubwürdig, das es dem Film und seinem Vorgänger angemessen ist.
Und wenn in einer der letzten Szenen ein ganz bekanntes Thema von Vangelis aus dem Original-Blade Runner erklingt (ich sag hier nicht welches), dann weiß hier der Filmkenner sofort, was gleich passieren wird. Wem da die Augen trocken bleiben, der ist entweder tot oder einfach nur abgestumpft.
Ja, „Blade Runner 2049“ ist ein Wunder. Und eines, das im Kino selten geworden ist. Braucht es eine Fortsetzung? Nein. Aber es wäre phantastisch!
Hier noch was Technisches
BILD
Ich habe den Film auf 3D-BluRay gesehen (SONY VPL-VW550 und drei Meter Breite Bildwand im Keller-Heimkino). Schärfe und räumlicher Eindruck sind auf Referenzniveau, eingeschränkt lediglich durch den sehr häufig mageren Schwarzwert. Hier wurde wohl künstlich aufgehellt, damit 3D auf weniger lichtstarken Displays nicht im Dunkel absäuft. Das führt an einigen wenigen Stellen sogar zu leichten, aber dennoch sichtbaren farblichen Verfälschungen (als K in die ehemals atomar verseuchte Zone gelangt, leuchten seine Lippen unnatürlich rot). Ich werde mir noch die Steelbook-UHD kaufen, um den Film diesbezüglich genießen zu können. Meine Einschätzung dazu werde ich dann hier ergänzen.
Aber ich werde mit dem Kauf warten. Grund ist ein Kritikpunkt, der mich in der jüngsten Zeit immer wieder bei SONY-BluRays maßlos aufregt: Die Ignoranz und mangelnde Kundenorientierung gegenüber dem deutschen Markt: Kein Wendecover, deutscher Ton nur noch mit stark eingeschränkter Qualität aufgrund niedriger Datenrate. Dann kaufe ich auch erst, wenn der Preis erheblich gefallen ist.
TON
Auf der 3D-BluRay sind beide Tonfassungen (Deutsch und Englisch) nur in Dolby Digital 5.1 mit mickrigen 640 Kilobit Datenrate zu finden. Das ist dieses Filmes nicht würdig. Aber was dann mit geeignetem Upmixer (bei mir DENON AVR-X6200 neun Kanäle plus zusätzlicher Stereoendstufe) aus den elf Boxen und zwei Subwoofern kam, ist wohl die Obergrenze dessen, was damit leistbar ist – ein brachialer Bass, transparente Effekte, die sogar in den Höhenkanälen wandern, und ein Sound, für den ich schon lange nicht mehr ins Kino gehen muss. Wie mein geneigter Mitzuschauer sagte: „Wenn das nur Dolby Digital 5.1 war, dann möchte ich mal die Dolby-Atmos-Fassung erleben!“.
Das möchte ich auch. Also lieber SONY-Vertrieb, wie wäre es mit verlustfreiem deutschen HD-Ton und Atmos? Diese Disc kaufe ich sofort. Sie darf dann sogar mehr kosten.