Principal comentario crítico
2,0 de 5 estrellasAcertado en la crítica; errado y temerario en las causas. Falta de algunos matices. (2'5/5)
Revisado en España 🇪🇸 el 9 de febrero de 2022
Acometí la lectura de este libro debido a que me encantó "Ciencia y pseudociencia en psicología y psiquiatría..." de Marino Pérez Alvárez (un libro 100% recomendable). Sin embargo, dadas las altas expectativas con la que venía, lo cierto es que este opúsculo me ha parecido superficial y descentrado en ciertas secciones. Esto no quita, empero, que considere muy urgentemente necesaria la crítica frontal al movimiento ideológico "trans-queer-fluido" de los últimos años (que no tiene nada que ver con la oposición a la transexualidad, ni tampoco a lo que fue la teoría queer de los años 90) por su reaccionarismo, reduccionismo biomédico, apoyo capitalista-fascistoide y relación con el transhumanismo, algo que ven con bastante claridad los autores. Pero...
Veamos. Por una parte, es difícil no coincidir con los capítulos en los que ponen en evidencia la miseria y manipulación de este vector ideológico. Y los autores aciertan y exponen, con su conocimiento de la psicología y la psicoterapia (a veces apoyados por buenos pivotes filosóficos), en qué falla este vector "trans-queer" grosso modo tanto a nivel conceptual como a nivel social y existencial, incidiendo en los terribles efectos para los adolescentes. También explican, aunque con demasiada brevedad, como debería ser el modo de abordar las problemáticas trans y "disfóricas" (aciertan al señalar también que debería omitirse cualquier mención patológica a los trans). Y aciertan al señalar la necedad política de las izquierdas y las derechas en este asunto.
Pero...y no salgo todavía de mi asombro, lo sorprendente es cuanto tiempo emplean en intentar buscar "chivos expiatorios" para entender cómo ha aflorado dicha "ideología" perniciosa y quiénes son los culpables. A ver, claro que hay ciertos ingredientes que los autores señalan con bastante tino (redes virtuales, narcisismo liberal, economización de la estética, reduccionismo biomédico...). No obstante, aunque sin duda ahí hay todo un filón, son someros a la hora de ahondar en esos aspectos y deciden desviarse para especular (en algún momento ellos mismos lo reconocen) con una genésis ideológica que, a mi modo de ver, es absolutamente temeraria.
Con toda falta de matices, la génesis y la culpa recaería especialmente en la Teoría Crítica de Francfurt, la escuela postestructuralista (Lacan, Foucault y Derridá entre otros), la filosofía postmoderna... (en ocasiones aparece como sinónimo postmodernidad=queer, grave error). En un maremágnum de rabietas poco medidas y meditadas, el romanticismo, el psicoanálisis o los filósofos de la ciencia (Popper inclusive) pueden tener cierta culpa en todo este embrollo. ¡Resultaría muy gracioso pensar en Adorno, Lacan o Jameson defendiendo ni en un 0'0001% la locura transqueerfluida! De hecho, a los autores se les olvida que las Escuelas Lacanianas han sido, desde el principio, totalmente contundentes en su crítica a los protocolos de salud y propaganda de este modelo (¡ni una cita al respecto!). No obstante, aplauden con gran ansia a Paul Ricoceur y su teoría del sí y de la otredad (que gran parte de los postestructuralistas asumen e incluso mejoran), así como a Merleau-Ponty y su fenomenología, tan importante para tantos autores que entran dentro de las etiquetas temerariamente culpabilizadas.
Es entonces cuando atisbo, además, falta de matices. No es lo mismo la Teoría Queer, que tiene un montón de aspectos y facetas, que la veta trans-queer loca que se supone es la diana. Esto no se explica. Por otro lado, debería explicarse mejor la diferencia entre sexo (varón/hembra) y sexualidad humana en toda su extensión. Pues aunque es cierto que sexo hace mención a los caracteres reproductivos, los autores consideran que la bajada de la natalidad y la disociación sexo-reproducción estarían detrás de la teoría "queertransfluida", considerándose como causa-efecto que el narcisismo actual ha hecho bajar la natalidad. Separar sexo de reproducción sería un síntoma terrible que nos llevaría a la decadencia cultural (aquí a los autores se les va un poco la olla). Lo curioso es que no se hayan dado cuenta de que, al no matizar esta posición, recuerdan a un relincho fascista o comunista y que, por otra parte, lo mismo que se podría criticar de la posición "queertransfluida" se puede entonces también hacer con la homosexualidad (a estos también se les habría olvidado que el sexo es reproducirse).
Volviendo al asunto de por qué considero un grave error como han buscado chivos expiatorios, pondré un ejemplo. Imaginémonos que otro libro considerara que la génesis ideológica está en los siguientes factores: la tecnología 3.0, con sus redes virtuales, donde la culpa es la ciencia y la tecnología modernas; el paradigma biomédico, con la ilustración y el utilitarismo como raíces; el reduccionismo neuronal, por su esencialismo cuerpo-mente; etcétera.... Aunque habría algo de cierto (como lo hay en la génesis que ellos plantean), lo cierto es que echar las culpas a la ilustración, el utilitarismo, la ciencia y la tecnología en general sería peligroso. Pues esto es lo que han hecho, seguramente sin darse cuenta. Muchos de los autores que han metido en el saco del "subjetivismo-específico malévolo" pueden servir muy bien para hacer una crítica a lo queer-trans-fluido. No en vano, emplean elogiosamente al sociólogo trans Miqel Missé, quizás sin saber que hace ya años que los psicoanalistas lacanianos lo pusieron como ejemplo . Y, además, Missé debate con Butler, no considerándola pura necedad como hacen ellos.
Para acabar, creo que, además, no han estado muy claros con el asunto de Judith Butler. Me da la sensación evidente de que no han acabado de comprenderla incluso en lo que es más comprensible (pero hace falta familiarizarse antes con ciertos códigos postestructuralistas, en los que los autores claramente están pez). Con esto no quiero dar la impresión de que yo esté de acuerdo con ella ni que considere que varias de sus posturas (e imposturas) filosóficas no han causado desaguisado y han servido de "interesado" alimento para la locura transqueerfluida. Pero creo que, pese a su malcomprensión (quizás intencionada, quizás no) de ciertos aspectos de la fenomenología, el psicoanálisis y Derridá plantea preguntas y hace reflexiones de las que se puede extraer cierto jugo. Butler ha modulado muchas de sus propuestas y ha aclarado en numerosas ocasiones ciertos aspectos de su teoría performativa, por ejemplo. Pero este libro tampoco parece haberse enterado.
Aun así, por la parte que considero interesante (sobre todo la de la crítica frontal y la alternativa psicológica que presenta) apruebo raspadamente el libro a pesar de sus imperdonables superfluidades y errores de bulto. Pero podría tener más nota si la mitad del mismo no se hubiese escrito. Recomiendo otras lecturas: "A la conquista del cuerpo equivocado" de Miqel Missé, "Ambigüedades sexuales" de Genevieve Morel, "La diferencia de sexos no existe en el inconsciente" de Miqel Bassols [este supone conocimientos previos de teoría lacaniana, pero es muy muy recomendable]. Sobre Butler, el ejemplar de Filosofia ilustrada de René Lepine sirve como acercamiento a su obra.